lunes, 2 de febrero de 2009

Volvió Don Hugo con sus hermosas anécdotas!!

Hacía un tiempo que Hugo Roigé nos había abandonado... pero ya está perdonado porque el motivo de su ausencia fue que tuvo ciertos problemas que le impidieron seguir en contacto con nosotros pero en el 2009 lo hemos recuperado con una nueva anécdota de su niñez que nos hace reir un poco y por que no conocer un poco más de esas historias cotidianas de "gente de pueblo"

En este caso un acontecimiento que se sucitó en la vecina localidad de Coronel Charlone y que Hugo tituló: "CUANDO ABRÍ"


AQUEL 4º GRADO...
Cuando abrí el baúl, no podía creer lo que veían mis ojos, encontré la vieja libreta de calificaciones de mi Escuela Nº11 de mi pueblo, Coronel Charlone, y recordé aquel acontecimiento, que aunque ingrato para mi, me dejó una gran enseñanza.
Era la tarde de un domingo de Octubre de 1944, cuando con mi amigo Pocho, compañerito de 4º grado nos dirigiamos corriendo, pateando esas pequeñas dunas que formaba el viento en los verdaderos médanos que eran las calles de tierra del pueblo por aquellos años, hacia la cancha de futbol del Club Atlético, cuando ocurrió lo impensado. Cuatro cuadras antes de llegar a la cancha vimos a través del alambre tejido, que en la casa de un vecino estaban de fiesta, eran todos hombres que bebían y cantaban bajo una tupida y fragante glorieta de glicinas. Nuestra curiosidad nos llevó a acercarnos un poco más, sin darnos cuenta que el Vasco, muy tomado y con una sonrisa medio torcida, con una gran cuchilla en la mano estaba cerrándonos el paso ante una eventual retirada nuestra.-

Amenazados y muy asustados, nos obligaron a tomar cerveza y con muy poco nos sentimos realmente mal, y no sé como pudimos salir a la calle, tomando cada cual el presunto camino hacia su casa. En ese estado lamentable llegué a la mía, y oh… mi nueva maestra estaba de visita, charlando con mi madre y otras amigas. Entre medio de ellas pasé yo, muy mareado, con la ropa desarreglada y esquivando los zapatos de mujeres, que bailoteaban y que mis ojos cabizbajos era lo único que podían ver.

Mas tarde, mi madre ya enterada de la causa de mi extraño proceder, me trajo a la cama, que estaba empecinada en girar y girar, una gran taza de café negro. Pero no tuvo una sola frase de reproche.

Muy distinto me fue en la escuela, cuando mi maestra me hizo parar y me puso como el peor de los ejemplos. Rojo de vergüenza permanecí parado junto a mi banco, esquivando las miradas de mis compañeros, esta vez mirando mis zapatillas marca “Boyero”, hasta que finalizó su doloroso discurso. Pocho tuvo suerte, la maestra no había ido de visita a su casa.

Allí aprendí que nunca debes meterte en donde no te llamen.

Hugo Roigé



También de Hugo se pueden leer otras historias de Hugo en el siguiene LINK , o bien en Historias que publicamos en otras entradas:

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