viernes, 27 de julio de 2007

Ruidos en la noche... por Hugo Roigé

¡¡Ya estabamos extrañando los aportes literarios de Hugo!! Hace unos días recibí este cuento que fuera publicado en el Foro cuentos de lectores de la Nacion.com el 19-09-06 – Con la consigna “Cuando abrió el paquete no podía creer los veían sus ojos. Autor: “Roilanz”

"Cuando abrió el paquete no podía creer lo que veían sus ojos. Había oído ruidos en el garage a eso de las tres de la mañana y se había levantado para ver si rondaba algún amigo de lo ajeno. Pero dentro de la cochera todo estaba en orden. Tentado por la curiosidad abrió la puerta y miró hacia fuera, y cuando bajó la vista vio ese paquete atado con hilo choricero. No lo pensó dos veces y lo entró. Ya no estaba tentado por la curiosidad, sino que esta le carcomía las entrañas.
Se fue a la cocina con él y sin pensarlo lo abrió y claro que no podía creer lo que sus ojos veían. Eran fajos y más fajos de dólares! Nerviosamente los fue separando y luego contando. Cien fajos de billetes de a cien… UN MILLON DE DOLARES!!! Jajajaja…. Y ahora que hacer?
Devolverlos. Se los llevaría a la policia y… No! Al poco tiempo el comisario andaría en un auto importado y el quedaría como un soberbio idiota.
Al Juez… no! Podría ocurrir algo parecido.-
No podría ir comprar auto, o casa, o TV nuevo, sin tener que desembolsar muchos dólares y ahí despertaría sospechas y no podría justificar tanto gasto para un jubilado como él, que si bien cobraba $ 1.200 por mes no era para tanto.
Se los guardaría y los iría gastando de a poquito. A ver, cambiaría u$s 100 por mes… tendría para unos ochenta y tres años! NOOO!
Envolvió nuevamente los billetes y se fue a dormir. Dormir? No pudo hacerlo. Pensó en una y mil maneras de aprovechar semejante ocasión, única en su tranquila vida. Sin privaciones pero sin lujos.
No la encontró.
A las siete de la mañana, se sentía mal. La presión le indicaba 17/10.
El mate lo sentió más amargo que nunca. El desayuno estaba repugnante. Y sintió mucho frío. Es hora de encender la estufa a leña, pensó.
Trajo unos leños del patio mientras oía el ulular de sirenas, muchos patrulleros rondaban por el barrio.
Puso los leños sobre el paquete y le prendió fuego… y qué agradable calorcito sintió!"

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