sábado, 22 de marzo de 2008

De los cuentos y leyendas...

Cada pueblo tiene sus propios cuentos y leyendas… Don Hugo Roigé nos envió hace un tiempo ya una narración de su pueblo que por cercano me resultó graciosa y por pintoresca digna de publicar… Aquí va:
LA CASA ENCANTADA (por Hugo Roigé)
Cuando yo tenía ocho años, mi abuelo Juan un día me invitó a un paseo por las afueras del pueblo. Subí a su impecable breque (hoy diríamos break), tirado por Cabildo, el tranquilo caballo que conocía de memoria las intenciones de mi abuelo, en su reparto de soda.- Cabildo ya sabía en donde en donde estaba cada cliente y que debía parar.
Tomamos por una calle que yo nunca había recorrido, en la que a sus costados había alguna casita que otra, muy bajitas, de barro, con la infaltable huerta para consumo familiar y para la venta de algunos vecinos del pueblo.- Así llegamos al final de la calle y se debía doblar a la derecha, que iba a ningún lado, o a la izquierda que iba hacia el cementerio. Pero en primera instancia no doblamos para nada, ya que a una pregunta mía el abuelo detuvo el carruaje.
Mi pregunta había sido: “quién puede vivir aquí, abuelo?” Y comenzó a contarme esta historia propia de un pueblito, llamado Charlone. Hace pocos años aquí vivía Don Gervasio y su esposa, Doña Clementina y eran tan pobres que nunca tenían un solo peso. Se alimentaban de lo que daba su huerta, de algunas aves de corral y sus productos, y de la leche que ordeñaban de una única vaca que tenían. Y en realidad no necesitaban dinero, eran tan sanos que no conocían los medicamentos pero para sanar alguna molestia tenían sus remedios caseros. Cuando necesitaban ropa esperaban a que pasara el turco Salomón y hacían trueques: Pollos y huevos por telas.
Pero un día Doña Clementina enfermó y pocos días después falleció. Ante la carencia de dinero para el servicio funerario, la veló un día en la cama, y luego cavó una fosa dentro del dormitorio, cuyo piso era de tierra apìsonada, y la enterró. Meses después moría él y allí en su cama quedó, sin que nadie se enterase por el momento. Pasó días después el turco Salomón y al no ver a Don Gervasio golpeó la puerta y nadie atendió. Suponiendo lo peor fue a la policia y explicó esta situación. El agente Churquilo fue con el turco a la casa y sin entrar, golpeó la puerta. Como respuesta se oyó un fuerte ruido, y la casa tembló. Churquilo se retiró con premura y le dijo al turco que la casa estaba habitada por malos espíritus.- En el pueblo corrió la noticia como reguero de pólvora y algunos se atrevieron a ir hasta pocos metros de la casa y comprobaron la existencia de fuertes ruidos y que las paredes temblaban a casa tanto. Y Uno dijo: Esta casa está encantada!
Pasaron algunos años y la leyenda de la casa Encantada continuó como tal. Como una Leyenda.
Seguimos con mi abuelo paseando y pocos años después emigré a Buenos Aires, me casé, nacieron hijos que crecieron y se casaron, y un día con mi mujer decidimos volver a Charlott de paseo. Fue muy lindo ver de nuevo mi pueblo, con algún progreso, y al ver un retrato de mi abuelo en la casa de mi prima, pregunté si la casa Encantada todavía existía. Y ella me dijo: “en el verano de hace unos quince años se vino una tormenta muy fea, le voló el techo completo y derribó una pared., Allí se pudo ver el esqueleto del hombre acostado en la cama, y la osamenta de una vaca a un costado. Se supone que la vaca de Don Gervasio entró a la casa y no pudo salir jamás y ella era la que desesperada atropellaba muebles, puertas y paredes”
Y allí se produjo el ocaso de la leyenda de la casa encantada.-

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