miércoles, 4 de julio de 2007

Sobre "La Nona"... aportes

El 24 de marzo de 1976, una Junta Militar asume el gobierno del país. Estaba integrada por quienes hasta el día anterior habían sido los comandantes en jefe del gobierno constitucional, quienes juraron hacer observar fielmente los objetivos básicos y los “estatutos para el proceso de reorganización de la Nación Argentina.” Los golpistas justificaron la interrupción del funcionamiento de las instituciones argumentando “el propósito de terminar con el desgobierno, la corrupción y el flagelo subversivo.”
Durante siete años, “los años de plomo”, el país gime bajo la más siniestra de las dictaduras. Un vasto plan de aniquilamiento de la cultura y en general de toda la actividad pensante fue una de sus criminales consecuencias. Si bien el teatro por su carácter elitista y por el hecho de manejar sus propios medios de producción, fue uno de los espacios menos atacados por la censura gubernamental, los artistas soportaron la prohibición en el cine, la televisión y los teatros oficiales, el exilio e incluso la muerte. Inmersos en este clima de terror que se vivía en el país, a partir de 1976 desaparece del teatro argentino prácticamente toda referencia directa a la actualidad política o siquiera a la vida cotidiana del país.
Los autores que comienzan a estrenar a partir del golpe de Estado, pertenecen a una generación marcada por la dispersión y el aislamiento. Muchas variables se combinaban para frenar el avance y consolidación de estos autores. Las duras condiciones socioeconómicas se unen a la censura, a la autocensura y a la quiebra de revistas y editoriales especializadas en teatro.
“El Grupo de Trabajo”, fundado en 1976 y disuelto en 1979, se conformó con grandes figuras, una de ellas fue Roberto Cossa, autor de “La Nona”
Como ya hemos señalado anteriormente, entre 1976 y 1983, desapareció por completo en la dramaturgia de Buenos Aires toda referencia a la realidad política, social y económica del país. En la Argentina del llamado “Proceso de Reorganización Nacional” hubo que metaforizar por fuerza, en atención, tanto a la censura exterior como a una previsora autocensura interna. La realidad tuvo necesariamente que enmascararse y los dramaturgos debieron agudizar su ingenio, su imaginación y su creatividad.
Las obras que se estrenaron en esos años han configurado grandes metáforas sobre la historia y la idiosincrasia argentina. El teatro metafórico nació de la necesidad de imponerse a la censura y de tocar al público con un mensaje velado de oposición a la dictadura. Entre las obras más ricas: Visita (1977) y Marathon (1980) de Ricardo Monti, La Nona (1977), Gris de ausencia (1981), No hay que llorar (1979) de Roberto Cossa, Telarañas (1977) y Cámara lenta (1981) de Eduardo Pavlosky, El acompañamiento (1981) de Carlos Gorostiza, Juegos a la hora de la siesta(1976) de Roma Mahieu, Convivencia (1979) y Camino negro (1983) de Oscar Viale.
El 12 de agosto de 1977 Roberto Cossa estrenó en el teatro Lasalle La Nona, sin imaginar siquiera la gran repercusión mundial, el éxito indiscutible que esta viejecita devoradora causaría entre el público lector y espectador.
El personaje de La Nona es el de la abuelita de los cuentos infantiles que aquí se devora a la hija solterona, a los nietos, a la mujer de uno de ellos, a la biznieta y hasta a un marido de 80 años. Come, come sin cesar. Su hambre es un hambre metafísico, una necesidad ancestral. Pero comer aquí está relacionado con la destrucción. Para la Nona no hay reglas, no existen los lazos afectivos.
La Nona es también una metáfora del país que se come a sus hijos. Su tema coincide - una vez más - con la dolorosa realidad argentina.
La Nona, puede leerse como microcosmos del país, como una analogía de nuestra decadencia, es un símbolo, es lo caduco, lo improductivo. Es el poder absoluto que priva sobre la inmovilidad de un pueblo sometido. La Nona es aquello que nos destruye por dentro. ¿Qué es la Nona? La muerte, la inflación, la dominación, “nadie dice la abuela”, declara Roberto Cossa y luego agrega: “yo al final, inventé que era la muerte”.
Otra lectura que se podría hacer, desde mi punto de vista, es el asociar “La Nona” a nuestra “Querida Argentina”: con muchos años, con golpes pero valiente, indestructible, es lo que se refleja al final de la obra, destrozada, empobrecida pero “ella” no muere.
Consideramos que efectivamente La Nona es aquello que nos aniquila, somete y oprime. Bajo la magia del grotesco, del absurdo y del humor negro, entre cajones vacíos, una mesa para ocho personas, un aparador y una heladera; Cossa nos invita a comprender nuestra realidad y nuestra irrealidad, nuestra identidad y nuestra falta de identidad, típica de un país tanto o más fantasioso que la ficción misma.

El domingo pasado se estrenó en la Sala del Cine Héctor Chanferoni la obra de teatro “La Nona” escrita por Roberto Cossa.
Ésta, fue representada por el grupo de Teatro de la localidad de Jovita, cuyo Director es el Sr. Alejandro Corvetto y uno de los protagonistas de la mencionada función.
No soy crítica literaria pero me pareció excelente la actuación de este grupo de personas, dejaron expreso no sólo el empobrecimiento económico, sino el humano, es decir, cuando las circunstancias acorralan al individuo y éste es víctima y culpable de su propia historia.
La Nona realmente fue representada tal como la describe Cossa en su escrito. Ella posee las habilidades suficientes para alcanzar los méritos y para inscribirse entre lo mejor de la producción escénica, tal vez por el protagonismo, su puesta en escena, su forma de intervenir y la complicidad del público esperando su ingreso en el escenario. La Nona es, en definitiva, un símbolo. Es lo caduco, lo improductivo. Es el pasado que frena el presente y destruye el futuro pero La Nona es inmortal. Es un fenómeno que avanzaba de modo implacable y que termina por devorarse a toda la familia. No se resuelve el problema. El autor lo deja ahí. El único que queda es Chicho, el inservible, incapaz de resolver el problema. Y la escena última fue terrible.
El público, mientras escuchaba el diálogo último entre Chicho y La Nona, se reía. Después se produjo un silencio mortal, un no sé cómo se resuelve esto, o bien no se resuelve; se parece bastante a la situación que estamos viviendo ahora.
Se dijo que “La Nona” representa a la época de la dictadura pero lo cierto es que la dictadura ya pasó y sin embargo “La Nona” sigue estando presente. Creo que “La Nona” es una obra que la podemos leer en cualquier época.
En cuanto a su significado, se dijeron muchos pero… ¿para vos qué es La Nona?

Noemí Lerda

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