martes, 17 de abril de 2007

La manifestación de Babel...

Hace unos días fui al cine, la película que ví? “Babel”, del director mejicano González Iñarritu, confieso que cuando entré a la sala, lo único que sabía de la película era que alguno de sus protagonistas habían sido candidatos al Oscar, nada más.
Cuando salí de la sala, en cambio, me encontré con un montón de sensaciones y hallazgos relevados.
Prioridad absoluta fue buscar la asociación entre el título de la película y su contenido, un aplauso grande entonces para el creador de esta obra.
Recordemos que “La Torre de Babel” (en hebreo Bābhel, del asirio-babilonio bāb-ili, puerta de Dios), según el Antiguo Testamento (Gén. 11,1-9), fue erigida en la llanura de Shinar, en Babilonia, por los descendientes de Noé. Los constructores querían que la torre alcanzara el cielo; su soberbia, sin embargo, causó la ira de Jehová, quien interrumpió la construcción confundiéndoles las lenguas. Después los dispersó por toda la faz de la tierra haciendo que hablaran diferentes idiomas. De ahí de acuerdo a la interpretación popular surgen los idiomas en el mundo.
El relato del Génesis juega con la palabra babilónica bāb-ili (puerta de Dios) y las palabras hebreas Bābhel (Babilonia) y bālāl (confundir).
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La película muestra, entre otras tantas cosas, a varios personajes en cuatro escenarios totalmente disímiles, tanto en lo natural como en lo cultural, con niveles socioeconómicos extraordinariamente distintos, pero fundamentalmente muestra cómo los seres humanos, en cualquier lugar del mundo y aún en las más dispares culturas, actuamos movidos por los mismos sentimientos ante situaciones límites que atentan contra nuestra integridad física, psíquica o moral o la de las personas que amamos.
La soledad, la muerte, la inseguridad, el abandono, el egoísmo y el altruismo, conviven con nosotros, día a día, segundo a segundo, y parece que ni siquiera nos damos cuenta.
Todos los seres humanos estamos expuestos en cualquier lugar del mundo y a cada instante a ser azotados por algún flagelo de manera ineludible.
A cualquiera de nosotros puede ocurrirnos una tragedia en este preciso momento, algo irrevocable que cambie nuestras vidas para siempre y desestabilice nuestra armónico y pretendido “bienestar”.
Percibí entonces un interesante “tirón de orejas”, un “darme cuenta”…
Nada ni nadie puede asegurarnos la tranquilidad ni la ventura para siempre, somos tan vulnerables y cuantas veces nos creemos todopoderosos, omnipotentes…,
Qué confundidos estamos entonces, cuando corremos detrás de las cosas materiales, vanas, cómo no entender la importancia de la vida misma?
Deberíamos procurar todos los días, (al igual que nos proponemos comer menos, hacer más ejercicio, etc.) revalorizar lo mucho o poco que tenemos, vivir con más alegría, volver a aquel viejo y nunca tan proclamado “abrazarse más”.
Hagamos un esfuerzo por vivir cada momento como si “realmente” fuera el último, saboreando cada instante que nos regala la vida.
Y volví también a aquella memorable escena de “Caballos Salvajes”, se acuerdan? Cuando Héctor Alterio, subido a un cerro patagónico, con el sol y el viento llenándole la cara, gritaba ¡¡¡ La p…. si vale la pena estar vivooo!!! mientras una sinfonía estelar
se esparcía por el aire y una impetuosa tropilla de caballos salvajes corría por la ladera…. Cómo olvidar esa escena y todo el mensaje sublingual contenido?
¿Cómo no celebrar una vez más que haya gente con tanto talento, que se sirvan del arte para movilizarnos y sacarnos al menos por un rato, ojalá para siempre, de esta inconciencia colectiva?
Vuelvo una vez más al entrañable Hamlet Lima Quintana y su himno:

“Teoría de los buenos deseos”

Que no te falte tiempo para comer con los amigos
partir el pan, reconocerse en las miradas.

Deseo que la noche se te transforme en música
y la mesa en un largo sonido de campanas.

Que nada te desvíe, que nada te disturbe
que siempre tengas algo de hoy para mañana

y que lo sepas dar para regar las plantas
para cortar la leña, para encender el fuego,
para ganar la lucha, para que tengas paz.

que es la grave tarea
que me he impuesto esta noche hermano mío.-
Que así sea...
Andrea Roggero.
Abril de 2007-

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