martes, 6 de marzo de 2007

Un espacio para expresarse: Seres Humanos y Diálogo

Esta entrada no podría considerarse como una nota de interés. Ni mucho menos de actualidad o información. Empero, aun así, siempre es actual…
Y como éste espacio esta dedicado a Serrano y construido por serranenses (del corazón y naturales), creo que es un buen lugar donde, además de mostrar nuestra comunidad, puede uno expresarse.
Las relaciones en nuestro pueblo son muy particulares: únicas y diferentes. Cada historia personal se entrelaza con otra, mas o menos remota, de la cual no tenemos idea hasta que un día, por casualidad, o, mejor aún, por causalidad, pasamos formar parte de los hitos de esas historias. El final (negativo o positivo) de esa “intromisión”, está marcado por la manera en que nos desenvolvemos dentro de esa narración personal.
Muchas veces, esos vínculos son tan fuertes, que las personas, con el tiempo, adquieren valores: “conocidos”, “camaradas”, “amigos”.
Pero así como es la única especie capaz de crear vínculos basados en el conociemiento profundo de las identidades y sentimientos, también puede derruirlos.
En la psicología nos enseñan que las relaciones se arman por identificaciones con otras personas; y que la peor es la indiferencia. Entonces se clasifican: AMOR > ODIO > INDIFERENCIA. Ésta última es peor que el odio mismo... la persona deja de existir...
Está tan masificada la cosa que las relaciones se pierden (paradoja, no?) Queriendo o sin querer, mediante la acción o inacción, pensando o sin pensar (que suele ser el motivo más frecuente), las relaciones se oxidan.
Cuando dos afectos se distancian, no se odian, sino que se produce una FALLA. Y como “buenos” seres humanos que somos, las partes distanciadas no suelen “dar el brazo a torcer”.
No nos duele directamente, pero pensamos todo el día en esas personas, aparecen en nuestros sueños, se cruzan en nuestras miradas, y ese inquilino que uno tiene dentro (que se llama conciencia) no nos deja tranquilos… Y habla de que aún esa persona sigue siendo importante para nosotros...
De esta manera las relaciones se desgastan, sola y netamente por pura negligencia.
Necesitamos algún factor que permita “limar” ese óxido, por eso se suele acudir al tiempo, a las personas, los profesionales, a la “magia” y otros medios menos fortuitos... pero todos se olvidan del mejor “convertidor de óxidos”: la palabra.
Y sólo dos vocablos de la amplia lengua castellana (que, aunque esté en decadencia, es una de las más ricas de las lenguas universales) son necesarios.
Las dos palabras más difíciles de pronunciar, pero las más poderosas de toda la historiadel hombre: Gracias y Perdón. Ambas tan potentes que fueron capaces de unificar imperios y elevar al hombre hasta la mismísima gloria.
Expresiones que nunca deben faltar en una despedida.
Términos que pueden hacer que el más ruin de los actos termine en el más inmortal y valiente episodio.
Vocablos que pueden recomponer relaciones y curar heridas; reemplazando a la tan usada excusa de que “el tiempo sanará…”
Por eso propongo usar la palabra para recomponer el mundo.
Está tan oscuro el panorama que no será fácil, pero tampoco imposible... si por algo comenzamos, se puede llegar lejos. Para ir terminando, quisiera añadir esto que hoy leí: “...No dejen que el silencio los destruya, ni a ustedes ni a sus afectos. Un tropezón no es caída. Hablen. DIALOGUEN. Debatan. Pero siempre teniendo frente a ustedes la razón, el respeto y el sentido común. No dejemos de relacionarnos. No perdamos estos dones tan maravillosos: los amigos, la familia y la palabra. Dejemos de ser “personas”, “individuos” o “habitantes”, para ser lo que debemos ser: Seres Humanos. Humanos. De humanidad. De hombres. De seres afectivos y racionales. Seres Humanos...”
Ahora sí, para terminar los dejo con un fragmento de este libro: El Principito (De Anotine Saint Exupéry)

“…Creía que no iba a volver nunca... Y cuando regó por última vez la flor y se dispuso a ponerla al abrigo del globo, descubrió que tenía deseos de llorar.
-Adiós - dijo a la flor el principito.
La flor tosió, pero no porque estuviera resfriada.
-He sido una tonta - le dijo al fin la flor-. Perdóname. Procura ser feliz.
Se sorprendió por la ausencia de reproches y quedó desconcertado, no comprendiendo esta tranquila mansedumbre.
-Sí, yo te quiero -le dijo la flor-, ha sido culpa mía que tú no lo sepas; pero eso no tiene importancia. Y tú has sido tan tonto como yo. Trata de ser feliz. . . Y suelta de una vez ese globo; ya no lo quiero.
-Pero el viento...
-Gracias, pero no estoy tan resfriada como para... El aire fresco de la noche me hará bien. Soy una flor.
-Y los animales...
-Será necesario que soporte dos o tres orugas, si quiero conocer las mariposas; creo que son muy hermosas. Si no ¿quién vendrá a visitarme? Tú estarás muy lejos. En cuanto a las fieras, no las temo: yo tengo mis garras.
Y le mostraba ingenuamente sus cuatro espinas. Luego añadió:
-Y no prolongues más tu despedida. Puesto que has decidido partir, vete de una vez.
La flor no quería que la viese llorar: era tan orgullosa...

Ivan Tavera Busso
(ivantb_jean@hotmail.com)

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